El mundo del yoga es fascinante. Si estás pensando en iniciarte en él, te damos algunos consejos que pueden servirte de gran ayuda antes de convertirte en una auténtica yogui.
Lo primero que debes saber es que a pesar de no ser una disciplina que requiere un gran esfuerzo físico, puede aportarte beneficios muy similares a los deportes que sí lo requieren como tonificación, aumento de la masa muscular y buen rendimiento.
El yoga es muy satisfactorio. Verás que a medida que avanzas, tu cuerpo gana flexibilidad, tu respiración se vuelve más consciente y tu cuerpo se adapta mejor a cada práctica; consiguiendo llegar a hacer posturas y torsiones de las que nunca te creías capaz.
Por otro lado, se considera una disciplina muy sacrificada que requiere mucha concentración. Sin embargo, una vez dominada, descubrirás cada uno de los beneficios que aporta, como la gestión del estrés, entre otros.
¿Cómo empezar a hacer yoga siendo principiante? Aquí te dejamos un blog donde hablamos de cómo iniciarte en este mundo, consejos y beneficios de esta disciplina que tanto nos gusta.
Posturas para iniciarse en el yoga
Lo primero que debes tener en cuenta es que el yoga es una practica muy progresivo. Empezaremos con unas posturas accesibles para todo tipo de cuerpos y condiciones físicas, para poco a poco ir ganando flexibilidad y control.
Las mejores posturas para iniciarte en el yoga son estas:
1. Postura del árbol: es muy buena para empezar a ganar flexibilidad. Esta postura consiste en ponerte en posición vertical, los pies deben ir totalmente alineados con tus hombros. Una vez encontrada una postura cómoda, debemos alzar la pierna hasta colocar la planta del pie sobre la parte interior del muslo, lo más alto posible o por debajo de la rodilla de forma que nuestras piernas hagan un ángulo de 90º. Para ganar un mayor equilibrio, colocamos las manos a la altura del pecho, juntamos las palmas y mantenemos la mirada en un punto fijo.
2. Postura de perro boca abajo: nos colocamos de pie en el mat de forma relajada, comenzamos a bajar la espalda poco a poco hasta intentar tocar con las manos nuestros pies. Cuando veamos que no podemos más, flexionamos nuestras rodillas y colocamos las manos encima del mat, luego comenzamos a avanzar con nuestras manos hasta formar un triángulo con nuestro cuerpo. Debemos intentar, en la medida de lo posible, mantener las plantas de las manos y pies pegadas al suelo.
3. Postura de la cobra: nos colocamos tumbados boca abajo, respiramos conscientemente hasta conseguir relajar nuestro cuerpo. Una vez logrado esto, pondremos las manos sobre el mat para incorporarnos, de forma que el tren inferior siga apoyado y nuestro pecho alzado.
4. Postura de meditación: puede parecer una postura muy básica, pero nos ayudará a conseguir la máxima concentración. Nos sentamos en el mat con las piernas cruzadas y colocamos nuestras manos sobre las rodillas con las palmas hacia arriba. Desde esta postura, inspiramos llenando nuestros pulmones de aire y expiramos soltando todo el aire posible, repetimos este proceso varias veces hasta notar como nuestro cuerpo se relaja.
5. Postura del niño: nos sentamos sobre nuestros talones y colocamos la frente en el suelo. Las manos las colocaremos extendidas a ambos lados del cuerpo con las palmas hacia arriba. Desde esta postura, respiramos profundamente. Notarás como se extiende tu lumbar ayudando a liberar las tensiones de esta zona.
6. Postura de la pinza sentada: nos sentamos sobre el mat, extendemos nuestras piernas e intentamos tocar con nuestras manos la punta de los pies, sin curvar la espalda. Si no llegamos hasta los pies, llegaremos hasta dónde nos sea posible. Esta postura es básica, pero puede marcar tu progreso en el yoga. Verás que a medida que avanzas en este mundo, irás alcanzando mayor flexibilidad hasta lograr colocar tu cabeza sobre tus piernas, pero...¡Paciencia! Lo lograrás cuando tu cuerpo esté preparado.