La rutina, el ritmo de vida o los cambios, pueden agitarnos y hacernos sentir que necesitamos un momento de calma. Cuando esto pasa, solemos acudir a prácticas como la meditación o el yoga; y se suele creer que éstas son prácticas que siempre van unidas y, aunque pueden estarlo, no necesariamente tienen que estar asociadas.
¿En qué se parecen el yoga y la meditación?
Como comentábamos anteriormente, tanto el yoga como la meditación son disciplinas que pueden ir dadas de la mano, y para entender las similitudes entre ellas, debemos repasar qué son y qué entrañan cada una.
Como hemos comentado en posts anteriores, el yoga -a pesar de que en los últimos años haya cobrado protagonismo por sus beneficios en el ámbito del fitness- es una práctica con más de 5000 años de antigüedad y está basada en la filosofía india. Con la práctica de esta disciplina, se trabaja la combinación y la sincronización entre cuerpo y mente a través de diferentes posturas -o asanas- y técnicas de respiración. Además, durante las prácticas de yoga, se suelen introducir meditaciones. Yoga significa “unión”, y tanto es así, que su objetivo es promover el bienestar y el equilibrio mediante la combinación de los elementos anteriores: no es simplemente un entrenamiento, sino que es un estilo de vida.
Por otro lado, el término “meditación” se utiliza para describir las diversas disciplinas meditativas. Todas ellas tienen como objetivo reducir los niveles de estrés y modificar las emociones de una persona; de esta manera, con la meditación se consigue estar en calma a través de la quietud tanto de cuerpo como de mente. Las prácticas de meditación actuales tienen su origen en ciertas religiones asiáticas y tradiciones espirituales, y se cree que ayuda a traer una mayor conciencia y aceptación de la vida de cada uno al mejorar la concentración y condicionar la mente. La meditación es una práctica ideal para aquellos que buscan aprender a vivir el presente y sumirse menos en sus pensamientos, de hecho, se cree que, si se logra un estado profundo de relajación, se puede mejorar tanto la salud como el bienestar de una persona.
Si nos centramos en las similitudes que comparten ambas prácticas, debemos tener en cuenta que la meditación proviene de “Dhyana”, que es el séptimo principio del yoga según formuló Patanjali - un antiguo sabio- para conseguir la unión, y, por tanto, el bienestar. Dhyana es esencialmente un estado de conciencia: es decir, es un estado espiritual en el cual se a alcanzado con éxito el poner atención en el interior de uno mismo pudiendo dejar atrás distracciones externas, consiguiendo así trascender el estado inquieto de la mente.
Entre ambas prácticas encontramos algunos beneficios compartidos. Ambas disciplinas aportan claridad y paz mental, mejoran el sueño y la concentración en el día a día, ayudan a reducir el estrés, con su práctica consiguen mejorar el estado anímico y aportan bienestar. Además, también comparten ciertas necesidades durante su realización: se requiere concentrarse en el cuerpo y tener consciencia de éste, requieren prestar atención a la respiración -ya que muchas veces puede que incluso ésta sea la que marque los tiempos o las pautas durante la práctica- y en ambas se dejan fluir los pensamientos.
¿Qué diferencias existen?
Esencialmente la meditación trata de estar en calma, sin necesidad de realizar ejercicios físicos. Durante su práctica se debe estar quieto -ya sea sentado o tumbado- y concentrarse en la respiración para poder llegar a tener consciencia de tu cuerpo y del espacio que te rodea. Para ello puedes concentrarte en los objetos que te acompañan, los sonidos o tu propia respiración dependiendo del tipo de técnica de meditación que practiques.
El yoga, por su parte, significa la unión, pero a su vez es también el medio para alcanzar ese estado; y para poder alcanzarlo, se deben tener en cuenta los ocho principios del yoga formulados por Patanjali: Yama -los principios éticos y reglas para vivir en sociedad-, Niyama -que consta de las disciplinas individuales y actitudes hacia uno mismo-, Asanas -posturas-, Pranayama -el control de la respiración o fuerza de vida-, Pratyahara -sentido de abstinencia-, Dharana -la concentración-, Dhyana -meditación- y Samadhi -éxtasis espiritual-.
Como ves, las formas en las que se practican son totalmente distintas: mientras la meditación trata de la quietud, el yoga implica movimiento, pero la práctica de una no está reñida con la otra, sino que pueden ser totalmente complementarias.
¿Cuál es mejor?
Elegir la que mejor se adapte a tus necesidades dependerá totalmente de ti y cómo te sientas, ya que ambas prácticas tienen numerosos beneficios y pueden ayudar a gestionar tu estrés y promover la calma.
Ten en cuenta tus objetivos y tus limitaciones: es decir, si tienes alguna lesión quizás éstas te impidan realizar ciertas asanas durante la práctica de yoga, o si tu tiempo es limitado y sólo puedes realizar tu práctica después de la comida, quizás sea mejor que dejes a un lado tu práctica de yoga para otro momento ya que algunas asanas deben realizarse con el estómago vacío -o al menos sin la sensación de pesadez que se tiene tras haber comido-. Por otro lado, si tu objetivo es mejorar tu potencia corporal, aumentar tu flexibilidad o fuerza, será mejor que comiences a practicar yoga para poder alcanzar tus objetivos de bienestar y sentir todos sus beneficios.
No hay una disciplina mejor que otra, lo mejor es que pases un tiempo probando diferentes tipos de yoga y de meditación y encuentres la que mejor se adapte a ti. No te limites a una de estas disciplinas, te animamos a que continúes con tus prácticas de yoga y meditación, ¡es solo encontrar el momento!